Historias 29 diciembre 2021

Bienaventurados cuando os persigan

Manayesh escogió sufrir por la causa de Cristo.

 

 

Conoce a Manayesh

Cuando Manayesh abandonó su fe tradicional para convertirse al cristianismo evangélico, sintió que todo cambiaba. Sin embargo, a ojos de su comunidad, quedó marcada. Al morir su marido, intentaron aprovechar su vulnerabilidad para hacerla volver a la fe ortodoxa. Gracias a tu apoyo, nuestros colaboradores han podido trabajar con ella y hacerle sentir que no está sola.

Manayesh es madre de cuatro hijos. Ya no es una mujer joven. A lo largo de su vida ha sufrido mucho. Vive en una aldea remota de Etiopía, donde la mayoría de la gente sigue la tradicional fe ortodoxa. Para muchos en su región, ser etíope significa ser ortodoxo. Ella también fue criada de esa manera, y como la mayoría en este grupo, nunca leía la Biblia, ponía su confianza en María y los ángeles, y nunca aprendió que Cristo es el «Camino, la Verdad y la Vida». Se casó con un hombre del mismo trasfondo. 

En algún momento, la madre de Manayesh se hizo evangélica, algo enormemente ofensivo para parte de la Iglesia ortodoxa, y compartió las Buenas Nuevas con Manayesh. «Me enseñó acerca de Jesús».

«Llegué a creer que el Evangelio era real»

«Después de recibir a Jesús, mis cargas se fueron. Mi vida había sido básicamente sufrimiento, pero todo se volvió más fácil. Crie a mis hijos con mucho dolor y sufrimiento». 
 

 

El sufrimiento al que se refiere era principalmente debido a las dificultades económicas que experimentó.  Vendía madera y kubet (un tipo de desecho secado que se usa como vela) para salir adelante. Casi nunca había suficiente para permitir que los niños tuvieran ropa, comida y pudieran ir a la escuela. Estaba constantemente preocupada.

Poco después de que Cristo llegase a su vida, las cosas comenzaron a cambiar. «Después de haber recibido al Señor, mi gran carga se volvió más ligera… Dios me ayudó». La vida seguía siendo muy compleja, pero desapareció la carga emocional y espiritual que tenía que soportar. Con una ética de trabajo increíble, Manayesh pudo ahorrar suficiente dinero para conseguir un buey con el que labrar.
 

Ora con Manayesh
  • Da gracias a Dios por la vida de Manayesh y su familia, por el sustento y la prosperidad que han experimentado en los últimos años.

  • Ora por su negocio, para que siga creciendo y pueda proveer lo necesario para Manayesh y sus hijos, así como para ser un testimonio de la obra de Dios en ellos.

  • Ora por sus vecinos, especialmente aquellos que están cambiando su corazón hacia Manayesh, para que Dios transforme sus vidas.

Una oración por Manayesh

Señor, te doy gracias por las vidas de Manayesh y sus hijos, y por tu obra en ellos durante estos años. Te ruego que sigas prosperando su negocio y la ayudes a seguir adelante, siendo un fiel testimonio de tu poder ante su comunidad. Te doy las gracias por cómo ha cambiado la actitud de la mayoría de sus vecinos hacia ella, y te pido que toques los corazones de ellos para que también puedan conocerte. Amén.

Bienaventurado el que permanece firme

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La comunidad vio la transformación en la vida de Manayesh y empezó a albergar envidia hacia ella. «Decían: “Pente (término despectivo que se usa para referirse a los protestantes), ¿qué queda aquí para ti? Tienes que irte”».

Aquello no era una sugerencia; era una amenaza. Sin embargo, la respuesta de Manayesh era compartir el mensaje del Evangelio con ellos. «Sólo Cristo debe ser adorado», les decía.

Durante este tiempo, su marido continuaba profesando la fe ortodoxa. Sin embargo, nunca le puso impedimentos a Manayesh y, mientras vivía, la protegía frente a las amenazas de sus vecinos. Lamentablemente, hace catorce años murió, y con él, la protección de Manayesh desapareció.

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A los cuatro años de la muerte de su marido, la tensión entre Manayesh y la comunidad explotó. «Se llevaron mi buey y destrozaron mi casa». Continuaban queriendo que se fuese. Le decían: «¡Pente, no tienes que vivir aquí!»

El buey le permitió sembrar teff (un tipo de cereal). «Arábamos la tierra usando el buey. Sembrábamos teff y producía comida para los niños. Tras aquello, no tenía nada con lo que vestirnos. Sufría; me lamenté durante mucho tiempo. Además, no tenía trabajo. Era muy angustiante».

Abenezer, hijo de Manayesh, también recuerda aquello: «No teníamos nada. No había nada que segar en la granja. Estábamos en medio del sufrimiento. Hubo un tiempo en el que ni siquiera podía pagarnos la escuela».

Manayesh reconoce que pensó en abandonar la zona, pero no tenía a donde ir. La fiel resolución que ardía en Manayesh hizo que permaneciese en Cristo y siguiera testificando por él. «¡Oh, Jesús es el Señor! Al menos, nos guardó de la muerte. Perdonó mi alma, aunque permitió que se llevaran mis recursos. ¿Hará eso que me arrepienta de seguir a Jesús? ¡Jamás!»

Manayesh no está sola

Los colaboradores de Puertas Abiertas en Etiopía escucharon acerca de los problemas de Manayesh. Ella recuerda bien aquel momento: «…un hombre de Dios vino y me levantó». 


Le dimos dinero a Manayesh y ella lo empleó para comprar dos bueyes y algunas ovejas, así como para pagar un préstamo agobiante que usó para restaurar la casa.

«Alabé el nombre del Señor porque me concedió esta ayuda. Si no la hubiera recibido, mi vida habría estado en peligro. Mis hijos y yo no habríamos sobrevivido.»

«¿Con qué nos habríamos vestido? ¿Qué habríamos comido?»


Actualmente, esta inversión en Manayesh se ha convertido en una pequeña pero exitosa granja de ovejas. «Compro ovejas y cuando dan a luz, vendo los corderos. Sigue siendo por ese apoyo que me disteis. Ahora también tengo dos terneros y una vaca que compré con el beneficio obtenido, y un burro. Es por el Señor. ¡Todo es por el Señor!»

Sal y luz

45€
Podrían cubrir necesidades básicas de una familia que huye de la persecución
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La última vez que visitamos a Manayesh, nos encontramos con una situación totalmente inesperada. Su madre acababa de morir y nos encontramos con gente de la aldea dispuesta a rendirle homenaje. Durante mucho tiempo, Manayesh y sus hijos habían vivido como extraños en su propia aldea. Nadie les visitaba ni se preocupaban por ellos. Sin embargo, Manayesh ha recuperado parte de su dignidad y reputación en la sociedad, al menos lo suficiente como para animar a la gente a mostrar esta amabilidad en un tiempo de pérdida.

Abenezer explica: «Ahora vivimos como gente diferente. ¡Como gente diferente! Hablamos y cantamos con felicidad. Actualmente, nuestra relación con la comunidad ha mejorado mucho porque si la gente ve que estás bien, es un primer testimonio de Dios».

Tu apoyo ha ayudado a Manayesh y sus hijos a vivir con dignidad y ser sal y luz en su comunidad, aunque todavía no hayan sido totalmente aceptados. La gente le pregunta: «¿Qué te cambió? ¿A dónde fue tu sufrimiento? ¿Cómo iban tus hijos al colegio?» Ella sigue orando para que Dios toque sus corazones. «Con Dios, podéis cambiar. El Señor nos cambia, no el dinero. Cuando el Espíritu de Dios está con nosotros, cuando sus bendiciones vienen a nosotros y su don nos alcanza, eso nos transforma por completo».

«Gracias a vuestro apoyo he cambiado y he encontrado valor. He criado a mis hijos y tienen ropa», dice Manayesh.
Al igual que sucedió en la vida de Manayesh, la marginación y la soledad son realidades a las que innumerables creyentes en Etiopía tienen que hacer frente. Puertas Abiertas pretende recordar a estos creyentes que no están solos, incluso aunque su comunidad les abandone, rechace o persiga.