Alertas de Oración 31 agosto 2023

Sobre el terreno con los cristianos paquistaníes atacados

Los colaboradores locales nos cuentan los testimonios en primera persona de los creyentes de Jaranwala afectados por la masa de extremistas musulmanes.

 

 

Profundo mal olor de ácido y aguas residuales, paredes ennegrecidas, ventanas echadas abajo, arcos de iglesias rotos, cruces partidas... Este es el panorama actual en algunas zonas de la ciudad paquistaní de Jaranwala, donde miles de personas atacaron a la comunidad cristiana el pasado 16 de agosto. Apenas una semana más tarde, los colaboradores locales ya están allí visitando a los creyentes y orando con ellos para contarnos lo que están viendo y oyendo tras estos salvajes ataques por su fe. 

Estos colaboradores han hablado con cristianos en cuyas casas se han quemado Biblias y cruces. Algunos de estos relatos desgarradores revelan cómo nuestros hermanos en Pakistán tuvieron que huir para salvar sus vidas mientras veían cómo quemaban sus hogares y todas sus posesiones. Los voluntarios sobre el terreno calculan que unas 20 iglesias y más de 20 hogares cristianos fueron atacados. Como resultado de este brote repentino y explosivo de violencia, los creyentes han quedado traumatizados, con mucho dolor y muchas preguntas, pero sin hogar. 

«Algunos huyeron a otras ciudades en coche, autobús o bicicleta. Pero la mayoría nos refugiamos en las plantaciones de cañas de azúcar. Estaba oscuro y era peligroso, pero era el único sitio al que ir. Perdimos toda esperanza de volver a nuestras casas cuando vimos el humo denso y negro que se iba extendiendo sobre nuestras colonias y las llamas que se alzaban en el aire. Nos sentamos a observar con mucha desesperación e intentamos proteger a nuestros bebés. Todo era muy confuso», describe una creyente llamada Rehana Bibi*. 

«Este tipo de cosas no deberían ocurrir. Ha sido excesivamente traumático, tanto para nosotros como para los que trabajan con jóvenes. No te esperas que vayan a pasar estas cosas. Pero cuando pasan, lo ponen todo en peligro, incluso nuestra dignidad», añade Rahid*, un trabajador cristiano de la zona. 

No fue algo improvisado 

Tanto los creyentes como los colaboradores de la zona creen que los ataques fueron deliberados y hasta coordinados, teniendo en cuenta que no todos los cristianos viven en la misma zona al estar repartidos por toda la ciudad. Lo mismo sucede con las iglesias; muchas de ellas son clandestinas o se encuentran en casas. 

«Creemos que un primer grupo de hombres comenzó a tumbar puertas; a este le siguió otro grupo, que empapó los suelos, Biblias y armarios con ácido; un tercer grupo se llevó los electrodomésticos y demás objetos que pudieran ser revendidos; y un último grupo entró para llevarse lo que quedara», comparte un colaborador local. «El objetivo de este acto terrorista era provocar el miedo colectivo en las comunidades cristianas tanto de Jaranwala como de todo el país. Fue diseñado para crear incertidumbre y confusión. No fue cosa de una o dos personas que luego se extendió, sino que fue un evento colectivo, inmediato y en masa». 

«Este tipo de cosas no deberían ocurrir. (…) Lo ponen todo en peligro, incluso nuestra dignidad».

Otro de los trabajadores que ha estado hablando con los supervivientes cree que el ataque hacia la comunidad cristiana fue intencionado: «Quemaron las iglesias, pero no tocaron los demás edificios. La turba comenzó a destruir puertas y ventanas con la intención de hacer daño y matar. Buscaron y destrozaron Biblias, cruces y cualquier cosa relacionada con el cristianismo, incluso las tumbas del cementerio». 

«Los atacantes entraron en casas e iglesias, apilaron las Biblias que encontraron y las quemaron; había capas y capas de Biblias que seguían ardiendo hasta 30 horas más tarde. Escalaron locales de iglesias, arrancaron sus cruces y destruyeron todo a su paso. Pero los demás edificios los dejaron intactos». 

Al parecer, las autoridades han detenido a más de 160 personas que se cree que participaron en el atentado. Se ha señalado que el motivo del atentado fue un caso de blasfemia en el que se acusa a dos jóvenes cristianos de arrancar las páginas de un Corán. Durante el ataque, estos chicos se escondieron, pero han sido encontrados y detenidos. 

En Pakistán, se formulan acusaciones de blasfemia con frecuencia para perseguir y oprimir a grupos minoritarios; una simple acusación puede desembocar en violencia colectiva. «La frecuencia y magnitud de este tipo de ataques (sistemáticos, violentos y casi siempre incontenibles) han aumentado en los últimos años», señaló la Comisión de los Derechos Humanos a Reuters. 

La comunidad cristiana de Jaranwala 

Casi nadie conocía Jaranwala fuera de Pakistán hasta la semana pasada. Está situada a 35 kilómetros al sureste de Faisalabad y a 110 kilómetros de Lahore, dos ciudades muy importantes del país. Esta ciudad afectada por los ataques tiene una población de más de 120 000 personas, con tan solo unos 5000 cristianos. 

A lo largo de los últimos 50 años, los cristianos de la zona han ido perdiendo la posesión de sus tierras. La comunidad cristiana arraigada allí se vio obligada a vender sus propiedades a terratenientes ricos, y pasó de trabajar en el campo a tener empleos de baja remuneración y a menudo peligrosos, como de conserjes y trabajadores de saneamiento. Se trata de un patrón que se extiende por todo el país, donde las personas que profesan religiones minoritarias son considerados y tratados como ciudadanos de segunda clase.

«Sus caras (…) expresaron la angustia y el terror de aquellos que acaban de vivir el peor momento de sus vidas».

Los cristianos de Jaranwala reaccionaron formando sus propias comunidades dentro de la ciudad y viviendo juntos en zonas asequibles, aunque tenían salarios muy bajos. Afortunadamente, reciben el apoyo de pastores y ministerios que trabajan con fe para alimentar a la gente con lo poco que tienen. 

Ni los creyentes de esta ciudad ni los del resto del país son ajenos a persecuciones o acusaciones de blasfemia que desembocan frecuentemente en la violencia colectiva que se ha desatado recientemente. Todos ellos han visto cómo los cristianos son perseguidos en su país, por sus calles y en sus iglesias. Han presenciado la pérdida de libertades, propiedades, locales e incluso vidas, pero continúan caminando con el Señor, recordándonos que Él siempre está con nosotros

Otro colaborador de la zona comparte sobre su encuentro con Serena*, una niña de ojos preciosos y brillantes que estaba sentada y sostenía los pedazos de una cruz: «Me miró, se señaló el corazón y dijo: “No saben nuestro secreto. La cruz está aquí”». 

«No nos vamos a ir»

En medio de tanto dolor y destrucción, los creyentes siguen aferrándose a Jesús, a su fuerza y esperanza, e incluso alabando a Dios. El primer domingo tras los ataques, los creyentes de Jaranwala y de otras zonas del país se reunieron para orar y alabar entre cristales rotos y escombros.  

«Cuando llegamos a la ciudad, vimos cómo sus rostros cambiaron» comparte Faryad*, un pastor que fue víctima de un ataque parecido en otra zona. «Primero sus caras mostraban ira y odio, querían que nos fuéramos. Pero entonces expresaron la angustia y el terror de aquellos que acaban de vivir el peor momento de sus vidas. Ese domingo se reunieron mujeres y hombres con el hedor de la destrucción pegado a la piel». 

«Me miró, se señaló el corazón y dijo: “No saben nuestro secreto. La cruz está aquí”».

«El sufrimiento se reflejaba en sus ojos. El dolor inundaba sus canciones y las lágrimas que derramaban por tanto mal», añade un colaborador que también estaba allí. 

Otro voluntario cuenta que todos los cristianos testificaban de la protección de Dios sobre ellos, de su gracia y su misericordia. En medio de esa tormenta de odio, encontraron un refugio. A pesar de haberlo perdido todo, no perdieron su fe en su Dios protector y soberano

No hay calma tras la tempestad 

Aun así, los próximos meses van a ser duros. No hay certeza de una recuperación física y emocional completa. El Gobierno paquistaní ha empezado a distribuir el equivalente a más de 6000 euros entre las 100 familias que han perdido sus casas, pero el daño emocional es imposible de calcular. 

La gente sobre el terreno comparte que, teniendo en cuenta su experiencia del ministerio con los creyentes paquistaníes, la comunidad cristiana de Jaranwala tiene un largo camino por delante: «Los creyentes pueden responder de formas muy diferentes a ataques como este, pero depende del contexto social, experiencias previas y expectativas del futuro. Prevemos que, en las próximas semanas, los cristianos de Jaranwala van a sufrir mucho estrés y ansiedad, depresión, ataques de pánico, hambre, enfermedades, adicciones y muchos más problemas». 

«Tenemos la esperanza (…) en que Dios hará justicia y traerá liberación y restauración».

Aun así, en medio de tales circunstancias, tienen la esperanza de que Jesús lleva sosteniendo a los cristianos durante 300 años en ese país tan hostil hacia su fe. 

«Tenemos la esperanza de que los cristianos podamos permanecer en Pakistán, que continuemos sirviendo y creyendo en que Dios hará justicia y traerá liberación y restauración», comparte uno de los colaboradores locales. «Para ello, tenemos que ser parte de la respuesta. Estamos aquí porque nunca nos hemos ido. Vamos a permanecer aquí con nuestra gente, sirviendo al Señor y lavándoles los pies». 

*Nombres cambiados por motivos de seguridad.

150 €
Podrían proporcionar ayuda médica de emergencia, comida y refugio a cuatro creyentes.
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ORA

Ora por las comunidades cristianas de Pakistán que tienen que reconstruir sus hogares e iglesias o encontrar otros, y por seguridad para todos los cristianos del país.
Ora por los cristianos paquistaníes acusados de blasfemia, para que puedan evitar la pena de muerte y se desechen las falsas acusaciones.
Ora para que la paz y la justicia lleguen a la región, para que las autoridades traten a la turba como iguales ante la ley y no se limiten a ignorar la devastación que han causado.

UNA ORACIÓN POR PAKISTÁN
 

Señor, te pido que fortalezcas a todos los cristianos de Pakistán que están viendo cómo sus vidas y sus iglesias están en peligro. Sigue dándoles fe y la oportunidad de reunirse para adorarte. Por favor, evita que sufran más y dales la paz y el consuelo que sólo tú puedes traer. Bendice también a las autoridades islámicas y dales la sabiduría para gestionar esta situación y para que  detengan la espiral de violencia en el país. Te pido por paz y justicia para esta región. Amén.