«Recuerdo la última vez que nos vimos. Fue aquel lunes por la mañana, antes del atentado. Estábamos bromeando como siempre y riéndonos juntas. Aquella fue la última vez que hablamos».
Así recuerda Maimuna el secuestro de su compañera cristiana de clase. El lunes 19 de febrero de 2024 se cumplen ya seis años del secuestro de Leah Sharibu en la escuela de niñas de Dapchi (Nigeria). Cuando sus compañeras musulmanas fueron liberadas un mes después, ella siguió cautiva por no renegar de su fe en Jesús, lo que la convirtió en «esclava para siempre», según anunciaron los terroristas en 2018.
«Todos los estudiantes estaban confusos. Solo podíamos correr para sobrevivir. Por ello, hice lo mismo que los otros estudiantes cristianos: saltar la verja y huir. No vimos lo que le pasó a Leah», recuerda Maimuna.
Aquel año, un grupo de terroristas de Boko Haram secuestró a más de 100 estudiantes del Government Girls Science and Technical College de Dapchi, en el estado de Yobe. Aquel 19 de febrero de 2018, Leah tenía tan solo 14 años.
Un mes más tarde, todas ellas fueron liberadas gracias a los esfuerzos de los grupos clandestinos. Pero aquella mañana, mientras las estudiantes subían a los camiones para volver a casa, Leah se negó a decir que era musulmana, «porque soy cristiana». Su valiente confesión y su negativa a renunciar a su fe significaron su permanencia en cautividad.
Dos meses después, la división del Estado Isámico del África Occidental publicó un vídeo de prueba de vida en
el que Leah suplicaba ayuda al gobierno y pedía al público: «ayudad a mi madre, a mi padre, a mi hermano pequeño y a mis familiares» .Dos semanas después, el grupo militante advirtió que mataría a Leah, de 15 años en ese momento, si no se cumplían sus demandas. Una vez cumplido el plazo, publicaron otro vídeo declarando
que Leah sería «su esclava de por vida».
Aunque son frecuentes los rumores sobre el paradero de Leah (se dice que se ha casado con uno de los comandantes y ha dado a luz a dos hijos), su madre Rebecca aún no ha visto a su hija ni tiene noticias de ella. «La primera y última vez que vi
su cara y oí su voz fue en el vídeo publicado unos días después de su secuestro», afirma.
Su compañera Dorcas aún tiene esperanzas de que Leah vuelva a casa con su familia: «Sé que todo es posible para Dios. Él puede mostrar su gracia cuando sea el momento adecuado. Sigo teniendo fe en que algún día volverá a casa, aunque no sea tan pronto».
«Sé que todo es posible para Dios. Sigo teniendo fe en que algún día volverá a casa, aunque no sea tan pronto»
DORCAS, compañera de clase de Leah
La imagen de Leah se ha convertido en el icono de coraje cristiano en las circunstancias más oscuras. Junto con las aproximadamente 100 jóvenes rehenes que siguen presas tras ser secuestradas en Chibok en 2014, ella es la inspiración de la fe de muchas personas. Por desgracia, hay otras miles de «Leahs» anónimas cuyos nombres posiblemente nunca conozcamos.
Los secuestros y asesinatos son una lacra en Nigeria desde hace años. En los 26 países subsaharianos con niveles «altos» de persecución, se asesinaron a 4565 cristianos a causa de su fe en el periodo de reportaje de la Lista Mundial de la Persecución 2024. Y, como ocurrió el año anterior, en lo que respecta los países africanos, Nigeria fue la responsable de 9 de cada 10 asesinatos de cristianos por su fe. Probablemente el número de asesinatos en este país sea mucho mayor, ya que en los conflictos y en el periodo posterior a ellos es difícil obtener informes fiables sobre el impacto de la violencia.
El secuestro extorsivo se utiliza regularmente para empobrecer a las familias cristianas. El temor a que les ocurra algo a sus hijas hace que muchos padres cristianos promuevan el matrimonio temprano como una especie de protección. Algunos optan por mantener a sus hijas en casa, incluso lejos de la escuela, donde los secuestros no son infrecuentes. Las que sí van a la escuela en los estados del norte se ven obligadas a vestir ropas islámicas.
Puertas Abiertas trabaja a través de iglesias colaboradoras locales en Nigeria para fortalecer a los cristianos con proyectos de discipulado y capacitación para sobrevivir a la persecución, atención postraumática, ayuda de emergencia y proyectos de fomento de desarrollo económico. Puedes apoyar el trabajo en estos países desde este enlace.
Aunque hayan pasado seis años, no debemos olvidar ni a Leah ni a todas las «Leahs» de África Subsahariana. Como nos piden sus compañeras de escuela, podemos seguir orando por ella, apoyando el trabajo sobre el terreno y siendo uno con ella.
Señor, te pido que estés con Leah y te hagas muy presente en medio de su cautiverio. Encuéntrate con ella de cualquier forma, abrázala con poder y amor. Renueva su esperanza y la de sus seres queridos, y por favor haz que puedan liberarla pronto. Obra en todo el país y la zona de África Subsahariana, bendice a todos los cristianos perseguidos de allí y el trabajo de Puertas Abiertas con ellos. Ayúdame a no olvidarme de Leah, Padre. Amén.