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Historias 10 septiembre 2025

El perdón de un prisionero

Adam y varios cristianos de Camerún fueron secuestrados por Boko Haram; tras un milagroso escape, ahora lucha con tu apoyo contra el hambre, el desplazamiento y el trauma  

 

 
Adam, cristiano del Extremo Norte de Camerún, creció en medio de la pobreza y el hostigamiento de Boko Haram. Fue secuestrado dos veces: en 2022 pasó cinco semanas en cautiverio y en 2024 volvió a ser capturado junto a su familia. Durante su segunda detención, estuvo a punto de ser ejecutado, pero logró escapar milagrosamente con otros cautivos. Tras regresar a su comunidad, enfrentó hambre, desplazamiento y el trauma de lo vivido, pero halló fortaleza en la oración. Con apoyo de colaboradores de Puertas Abiertas recibió Biblias, ayuda alimentaria y atención para sanar sus heridas emocionales. Hoy, Adam sigue animando a otros creyentes perseguidos a permanecer fieles, convencido de que Dios lo salvó para servirle. Lee su historia completa y escucha su testimonio en vídeo a continuación.
 

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Enclavada entre Nigeria Chad se encuentra la región del extremo norte de Camerún (país número 43 en la Lista Mundial de la Persecución 2025). La región está marcada por los extremistas. Las colinas rocosas suelen servir de refugio a cristianos que huyen del grupo radical islámico Boko Haram, mientras que el árido paisaje desértico ha hecho que las fronteras sean un camino de entrada para terroristas y delincuentes, y difíciles de controlar para las autoridades. 

Vivir en el Extremo Norte de Camerún es vivir una vida de dificultades.

Aún más, si eres cristiano.

La mayoría de las personas allí deben ganarse la vida mediante la agricultura de subsistencia, el pastoreo, la pesca o cualquier otro oficio que asegure el alimento para su familia. Pensar en el futuro es un lujo que pocos pueden permitirse.

Solo se preocupan por el hoy, porque el mañana no está garantizado. 

Esta es la única forma de vida que Adam ha conocido.

Este camerunés es cristiano desde que era un niño, aun cuando vivía con su tío musulmán. «Conocí a Jesús mientras estaba en la escuela», recuerda.

Adam siguió a sus amigos de la escuela a la iglesia, y ahí fue donde escuchó por primera vez sobre el amor y la obra de Dios. 

«El grupo de Boko Haram nos llevó detrás de esa habitación, donde las personas son retenidas como rehenes... cavan un hoyo, atan a alguien, lo ponen en el agujero y le disparan»

«Yo sé que Él es el autor de todo. Y, además, tuve un sueño, en el cual me dijo que no me preocupara, porque Él está conmigo». Está fue una promesa a la que Adam tuvo que aferrarse fuertemente en el futuro...

«Esta es nuestra tierra»

Cuando Adam finalizó la escuela, se casó, y ahora es padre de seis hijos. Para proveer a su familia, empezó a vender pescado. Él trabajó con un pequeño grupo de hombres jóvenes que compraban el pescado, lo ahumaban y después lo vendían. 

Fue mientras estaba trabajando en una isla del norte de Camerún cuando se encontró por primera vez a Boko Haram, en abril de 2022. 

«Estábamos sentados, hablando y saludándonos unos a otros», recuerda. «Antes de que nos diéramos cuenta, el lugar estaba rodeado. Nos pidieron que nos reuniéramos y dijeron que los cristianos debían ponerse de un lado y los musulmanes del otro». Ese día, Adam y otros siete cristianos fueron apartados y secuestrados. 

«Nos preguntaron que quién nos dio el permiso para venir y trabajar en su territorio», recuerda Adam. 

«No teníamos ni idea que ese territorio pertenecía a los musulmanes. Les dijimos que no lo sabíamos». 

Los terroristas los obligaron a entrar en una canoa y les ordenaron remar con las manos durante toda la noche. El grupo continuó su viaje a pie durante varios días hasta que llegaron a lo que Adam rápidamente se dio cuenta de que era el escondite de Boko Haram. Durante cinco semanas, Adam y los demás cristianos fueron retenidos contra su voluntad

Durante ese tiempo, había una tensión notable dentro del grupo terrorista; se estaba librando una lucha por el poder entre dos facciones. Esa discordia demostraría ser un salvavidas. 

«Huimos mientras había esa tensión», dice Adam, dando crédito a Dios. «Dios lo hizo, Dios nos ayudó y pudimos huir», reconoce.

Estableciendo un califato

Aunque Adam pudo reunirse de nuevo con su familia, la vida se volvió cada vez más difícil para él y para los otros cristianos de su comunidad. 

«Si no eres musulmán, no se te permite trabajar a menos que trabajes para ellos y te paguen», explica. 

«Si tenías campos durante mucho tiempo, o incluso un trabajo, o tal vez la pesca, si encontrabas peces o cualquier otra cosa, te los robaban, haciéndonos la vida muy difícil. Todo lo que poseíamos nos fue arrebatado». 

Boko Haram es famoso por sus actos de secuestro, pero también imponen estrictas leyes islámicas en las aldeas que hacen difícil para los cristianos vivir su fe, especialmente en el Extremo Norte

Donde vive Adam, hay una fuerte división entre cristianos y musulmanes. «Los musulmanes hacen su comercio, viven bien, se casan y hacen lo que quieren. Pero nosotros los cristianos no podemos, a menos que huyamos de allí. Hoy huimos a un pueblo, mañana a otro. Hasta la fecha, estamos en fuga. No estamos seguros de los lugares en los que podemos vivir». 

«Como ya no tenemos trabajos ni tierras para cultivar, a veces tener suficiente comida para comer se convierte en un problema. Esto ha hecho que algunos de nuestros hermanos cristianos cambien el cristianismo por el islam. Algunos se ven obligados a convertirse, y lo hacen, para poder sobrevivir», dice Adam, moviendo la cabeza con tristeza. 

Se advierte a los cristianos que no participen en ninguna celebración cristiana como la Navidad o la Pascua. Incluso las celebraciones como bodas pueden tener graves repercusiones. 

«Todos aquellos que cometan el error de participar en estas celebraciones son arrestados y llevados a la selva», explica Adam. «Se llevan a nuestros hijos y los azotan. Los mantienen cautivos en la jungla y, a veces, se casan con ellos, y algunos son asesinados». 

Para celebrar las fiestas cristianas, la iglesia de esa región se ha ido esencialmente bajo tierra. «Si es el tiempo de Navidad o de cualquier otra fiesta, no mostramos ningún signo que indique que estamos de celebración», dice. «Así vivimos. Todo el mundo se queda quieto. Si alguien tiene algo que cocinar, entra en su casa, lo cocina y se lo da a sus hijos, y ellos comen. Si alguien no tiene paciencia, deja el pueblo, se va a otro lugar y celebra la Navidad allí antes de volver». 

Eso es exactamente lo que Adam y su familia hicieron cuando Boko Haram lo secuestró por segunda vez. 

Como una oveja que va a ser sacrificada

El 1 de enero de 2024, Adam y su familia fueron a otras aldeas para adorar e incluso disfrutaron de la comunión cuando regresaron a casa esa noche. Este cristiano acababa de acostarse cuando oyó un fuerte golpe en su puerta. 

Entonces, alguien gritó: «¡Abre la puerta! ¡Abre, abre!».

Adam rápidamente se vistió e hizo lo que se le pidió, sin saber quién estaba al otro lado. «Cuando vi sus zapatos, supe... Bueno... que eran esas personas». 

Los combatientes de Boko Haram le dijeron a Adam que saliera. Tan pronto como lo hizo, descubrió que ya habían capturado a su hermano mayor y lo ataron con él. «Nos hicieron sentarnos. Luego nos ataron las manos a la espalda», recuerda. «Después, entraron en las casas de mis otros hermanos, los ataron y nos juntaron». 

Ese día, Boko Haram mató a varias personas, incluidos dos hombres de la familia de Adam. «Los vi, mataron a mi hermano pequeño y también al hermano pequeño de mi padre. Secuestraron a ocho de nosotros». 

«Nos asustamos mucho. Algunos se habían roto varios huesos por haber sido golpeados... Todos lloraban, pensando que iban a ser asesinados en ese lugar», recuerda Adam. «Estábamos diciendo que nuestro tiempo había llegado, asumimos que nos matarían. Estábamos profundamente asustados, solo esperando a que ellos nos mataran». 

Adam pensó en sus viejos y frágiles padres, en su esposa e hijos pequeños: ¿Qué será de ellos? ¿Cómo vivirán? ¿Quién cuidará de ellos?     

Ora con Adam
  • Ora por la libertad de todos los cristianos que todavía están cautivos por Boko Haram. 
  • Pídele a Dios que guíe a los cristianos desplazados mientras buscan maneras de reunirse con seguridad para el culto de la iglesia; ora por la provisión de refugio. 
  • Ora para que Adam y su comunidad puedan vivir con salud y en paz, como él dice, para que «puedan vivir como personas normales». 
  • Ora para que se restablezca la paz y puedan regresar a sus pueblos.
  • «A causa del hambre, algunas de nuestras mujeres se convirtieron al islam», comparte Adam. «Eso es lo que me molesta; me entristece todo el tiempo. Os ruego que por favor oréis por nosotros para que tengamos una vida más fácil, y para que aquellos que se han alejado del Señor vuelvan».  

En aquel momento, Adam hizo la única cosa que podía. «En mi corazón me preocupé, pero oré».  

«No moriré»

Por segunda vez, Adam se había encontrado en un campamento de Boko Haram. «Vivíamos sentados y encerrados», dice, recordando el horror. El único alimento que recibían era una mezcla de maíz llamada targai, o fufu, una gruesa papilla hecha de maíz. En el campamento había mucha gente de diferentes pueblos. Todos ellos estaban encerrados en lo que parecían ser jaulas, cercados con láminas de metal. Afuera, pusieron un guardia. 

En repetidas ocasiones, Boko Haram preguntó si Adam y los otros eran cristianos. A pesar del riesgo, el grupo respondió audazmente, confiando en que Jesús los protegería. «Dijimos: 'Sí, lo somos'. Yo sabía que Jesús realizaría un milagro, porque estábamos allí orando». 

Mientras Adam permanecía esperanzado, sus captores intentaron muchas cosas para quebrantar su espíritu

Adam recuerda vívidamente el día que debía ser su último. «Nos trajeron ropas rojas y vendas rojas para taparnos los ojos. Habíamos pasado más de un mes vistiendo la ropa con la que nos secuestraron», explica. «Así que cuando vimos la ropa roja, muchos de los hombres simplemente la cogieron». Pero Adam tenía la sensación de que las ropas nuevas no eran una buena señal. «Mi corazón me dijo que no usara ese vestido rojo», asegura. «Les dije: 'No lo usaré'». Sin embargo, algunos de los hombres sí que se cambiaron de ropa.   

Una oración por Adam
Señor Todopoderoso, me acerco a Ti con un corazón cargado por Adam y por tantos hermanos de Camerún y toda África subsahariana que viven en medio de la violencia. Tú conoces a quienes siguen privados de libertad, y clamo para que abras caminos de liberación y consuelo para ellos. Mira a los que han tenido que huir de sus hogares como Adam: guía sus pasos, dales un lugar donde descansar y la posibilidad de reunirse como Iglesia sin temor. Te ruego que sanes las heridas del hambre y la enfermedad, que devuelvas la paz a sus aldeas y que les permitas volver a levantar sus hogares. Te suplico, Señor, que toques el corazón de quienes se han apartado de Ti y que les concedas la gracia de volver a Tus brazos. Tú eres Su esperanza, Su refugio y Su paz. Detén la violencia e impulsa la regeneración de Camerún y de las vidas de los cristianos que viven allí. En el nombre de Jesús, amén.

Más tarde, Adam y el grupo se enteraron de que las prendas eran «ropas de la muerte», dice. 

«Quienquiera que llevara esa ropa nunca fue capaz de quitársela. Nadie que usaba el vendaje rojo fue capaz de removerlo. Nadie». 

En el cautiverio de Boko Haram, las mujeres cristianas suelen ser violadas o casadas a la fuerza mientras que los hombres cautivos son esclavizados, convertidos al islam o asesinados

«Lo que más me asustó de ese lugar fue ver que vendaban los ojos a alguien y luego lo disparaban», dice Adam, describiendo lo que presenció como cautivo. «El grupo de Boko Haram nos llevó detrás de esa habitación, donde las personas son retenidas como rehenes... cavan un hoyo, atan a alguien, lo ponen en el agujero y le disparan. Así es como lo hicieron». 

«Me negué a llevar la ropa roja porque yo creía firmemente que no moriría allí. ¡Le dije a Jesús que no moriría allí! 

¡Volveremos a casa!»

  

«¡Dios lo hizo!»

Después de ese día, Adam oró valientemente con los de su grupo. «Estábamos allí en aquel campamento, orando continuamente, preguntándole al Señor cuándo nos salvaría. Que, si nos iban a matar, que nos matasen. Pero que, si íbamos a ser libres, que estábamos cansados de sufrir... Yo estaba orando, y pidiendo al Señor que me respondiera, pero no vi ninguna señal...» 

Después de seis semanas, llegó el milagro por el que habíamos orado. 

«Una noche, el grupo de Boko Haram vino. Los guardias de la entrada que nos observaban se quedaron ahí y comenzaron a hablar con nosotros... hasta que, en cierto momento, se durmieron». 

Adam y el grupo vieron que los guardias habían dejado la puerta abierta. 

Esta era su oportunidad de huir. Los hombres que llevaban la ropa roja se la quitaron y se pusieron sus viejas prendas. Juntos, Adam y su grupo, salieron tranquilamente de la celda. Recuerda el milagro, exclamando: 

«Dios lo hizo, ¡Dios nos perdonó! Dios nos perdonó, nos quitamos esa ropa roja». El grupo nadó a través de un río hasta el amanecer y luego caminó entre arbustos durante todo un día antes de ver a cualquier persona que les dijera dónde estaban para que pudieran regresar a casa.

 Mira los pájaros en el aire 

Cuando Adam se reunió con su familia, la vida todavía era difícil. Ahora estaban desplazados de su hogar anterior, y él estaba luchando para mantener a su esposa e hijos. 

«¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo vamos a vivir?». Adam preocupado. De nuevo, oró. «La respuesta que mi corazón me dio fue: '¡El Señor proveerá!'. Si los pájaros del cielo pueden comer y beber, Él nos dará lo que necesitemos». 

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Pero aunque Adam estaba físicamente liberado, el trauma de sus recuerdos en cautiverio todavía lo mantenía prisionero. Como muchas víctimas secuestradas, las pesadillas venían a menudo. «Incluso cuando estaba en casa, si dormía, soñaba y veía que ellos [Boko Haram] venían a secuestrarme», dice. 

«Era difícil para mí dormir bien. A veces incluso me despertaba asustado. Como si yo fuera el condenado a muerte». 

En septiembre de 2024, los colaboradores locales de Puertas Abiertas apoyaron a la comunidad de Adam con Biblias tanto en francés como en hausa. «Nos habéis ayudado a fortalecernos. Estamos arraigados en la Palabra del Señor [debido a estas Biblias]. Nos han hecho fuertes, no nos avergonzamos y tampoco dudamos», agradece Adam. 

En octubre de 2024, el ministerio llevó a cabo una reunión informativa sobre traumas para sobrevivientes de los ataques de Boko Haram, como Adam, en el extremo norte de Camerún. Durante su tiempo juntos, los psicólogos preguntaron a las víctimas: ¿A cuántas personas no habéis perdonado en vuestro corazón? 

En noviembre de 2024, Adam se encontraba entre unos 300 cristianos desplazados que recibieron ayuda alimentaria en el Extremo Norte del país, gracias a los colaboradores locales de Puertas Abiertas. 

«Con la ayuda de Dios, esta organización me ha consolado y me ayudó a ser capaz de hablar así», dice Adam. «Doy las gracias a los hermanos, mis hermanos cristianos, aquellos que tomaron algo de lo que tienen para ayudarnos». Los cristianos como Adam que sufren persecución violenta necesitan ayuda íntegra. A través de nuestros colaboradores locales, Puertas Abiertas proporciona atención postraumática, ayuda de emergencia y desarrollo económico-social para asegurar que los cristianos permanezcan resistentes y fieles en su caminar con Dios en medio de la persecución. 

«Creo que hay una razón para seguir viviendo» 

«Me secuestraron una vez, dos veces, pero no me mataron. No sé por qué sucedió de esta manera, pero, el Señor Dios es el que me ha dejado vivir para su gloria»

Por ahora, y a pesar de los desafíos diarios, Adam ha decidido permanecer con su iglesia local. Él cree que si Dios ha perdonado su vida dos veces, debe haber alguna razón. 

«Me secuestraron una vez, dos veces, pero no me mataron», dice, añadiendo que está en buena condición de salud actualmente. «No sé por qué sucedió de esta manera, pero el Señor Dios es el que me ha dejado vivir para su gloria. Tal vez me perdonó para adorarlo». 

Claramente, Dios ha obrado en el corazón y la vida de Adam a través de este horror. En su comunidad, hay otros creyentes como él que huyeron de los ataques de Boko Haram. Él cree que es su responsabilidad es alentar a los excautivos en su fe, a menudo viajando de comunidad en comunidad, animando a los creyentes a permanecer fieles en seguir a Cristo. 

De muchas maneras, Adam está viviendo las palabras de Pablo en 1 Corintios 1:3-5: 

«Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les den gracia y paz. Siempre doy gracias a mi Dios por ustedes y por los dones inmerecidos que les dio ahora que pertenecen a Cristo Jesús. Por medio de él, Dios ha enriquecido la iglesia de ustedes en todo sentido, con toda la elocuencia y todo el conocimiento que tienen» 

«A los hermanos que visito, no puedo abandonarlos… cuando no estoy, no hay nadie con quien puedan tener los cultos», comparte. «Así que estamos aquí, y yo soy su líder. Estamos juntos, enfrentando la vida». 

Ora con Adam y su comunidad 

Incluso estando desplazada, la comunidad de Adam no está libre de los ataques de Boko Haram. La iglesia aquí necesita tus oraciones y apoyo para mantenerse firme en su fe. El 6 de mayo de 2025, Boko Haram atacó la base militar del Gobierno instalada en la comunidad. Colaboradores locales informan que alrededor de 100 combatientes de Boko Haram asaltaron la base militar del pueblo alrededor de la 1:30 de la madrugada, en lo que parece haber sido un ataque coordinado.

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Un intenso intercambio de disparos resultó en la muerte de tres soldados del Gobierno. Según fuentes locales, los terroristas saquearon una cantidad significativa de armas de fuego, municiones y equipo crucial. También destruyeron la residencia del alcalde y algunas chozas y casas temporales construidas por los aldeanos desplazados.

*Nombres cambiados por motivos de seguridad.


 

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