Noticias 20 septiembre 2023

Las vidas devastadas por los ataques e incendios en Pakistán

Un mes después de la violenta turba de extremistas islámicos, Hadi nos cuenta cómo es la nueva vida de los cristianos desplazados de Jaranwala.

 

 

Más de un mes después del ataque multitudinario a cristianos en Pakistán, nuestros hermanos allí siguen buscando una nueva normalidad. Pero su horizonte se presenta oscuro y necesitan tus oraciones. 

«Nunca tuve muchas cosas. Y mi posesión más preciada está a salvo», afirma Hadi* mientras abraza a su hija Reena*. Ella le frota la frente, intentando borrarle las arrugas que parecen haberse vuelto ya permanentes.  

Hadi es uno de los miles de cristianos desplazados debido a la violencia en masa del 16 de agosto por parte de una turba de extremistas musulmanes hacia las comunidades cristianas de Jaranwala.   

Aquella mañana, desde las mezquitas del barrio se denunciaron supuestos casos de blasfemia, afirmando que se había profanado el Corán. Todos los cristianos de la zona sabían lo que podía significar tal acusación. En consecuencia, Hadi y tres de sus vecinos decidieron por su propio bien abandonar sus casas, siguiendo los pasos de muchos otros hermanos en la fe que ya estaban contactando con familiares y amigos de otras ciudades. 

«Realmente yo no sabía si íbamos a poder volver a casa».

Shahid*, un sobrino de Hadi que vive en una comunidad cristiana cercana, llamó a su tío para avisarle de que los imanes locales estaban lanzando amenazas y buscando a los cristianos que habían quemado el Corán. «Si no encuentran al hombre al que buscan, van a venir y a quemarlo todo», le advirtió. «Coge a Reena y huye. Te esperaré en el puesto de leche del mercado. Estoy con una creyente anciana, así que llévala en tu moto, por favor». 

Hadi cogió el móvil, el reloj, algo de dinero y una pequeña foto de su mujer y su hija, y se subió en la moto con Reena. Se encontraron con Shahid, quien subió a la anciana a la moto a la vez que le cogía su bastón y le prometía devolvérselo junto con su bolso cuando volviera a casa. «Realmente yo no sabía si íbamos a poder volver a casa, pero quería calmarla», explica Shahid. Conforme se alejaban en moto, vieron cómo un camión de demolición se adentraba en su barrio. 

Varias horas más tarde, la mujer de 85 años, Hadi de 40, y su hija de 8 descansaron en el suelo junto a otros grupos de cristianos que habían huido, escondidos entre campos de caña de azúcar de Jaranwala. Tenían hambre, sed y miedo, además de ser asediados por los mosquitos en aquella densa y calurosa noche de verano. 

No podían apartar su mirada del horizonte donde, a lo lejos, se distinguía el fuego que estaba consumiendo sus comunidades

«Son tiempos difíciles para nosotros» 

Desde su escondite, los creyentes empezaron a darse cuenta de la magnitud de los daños. «Seguro que están usando ácido», le dijo uno de los cristianos ancianos a otro, al oler el humo y ver la nube que emanaba de sus casas. 

«Baba, ¿qué es el ácido?», le preguntó Reena a su padre. Hadi no sabía qué responder. Dos semanas más tarde, sigue sin saber qué decirle a su hija. Cuando regresaron a sus casas justo la noche siguiente a la huida, ya no quedaba nada. Su hogar estaba completamente vacío. 

La mujer de Hadi desapareció hace varios años. Nadie sabe qué le pasó ni por qué. Él seguía teniendo su foto de boda colgada en la pared. Pero ahora solo quedaban cenizas en el suelo. Tras la revuelta, Hadi sólo podrá recordar a su mujer con la foto que se metió en el bolsillo antes de huir. 

El resto de sus posesiones fueron destruidas. 

«No sabemos por qué desapareció su mujer», confiesa Taj*, el pastor de una iglesia local. «En consecuencia, Hadi se preocupa mucho por la seguridad de su hija y no deja que otras personas se acerquen. Fue una gran pérdida». 

«Orad con nosotros para que estos tiempos difíciles terminen pronto».

Un par de días después de los ataques, Shahid convenció a su tío de que era buena idea que Reena fuera al colegio para mantenerla entretenida, a pesar de haber perdido sus libros, mochila y uniforme en los incendios. 

Pero Reena volvió a casa una hora después. «La maestra ha dicho que son tiempos difíciles para nosotros, así que no debemos volver al colegio hasta que la situación haya mejorado», explicó la niña. 

Esta falta de vuelta a la normalidad es algo que se ha generalizado entre los niños. Tanto ellos como nuestros colaboradores repiten la misma historia: «No podremos volver hasta haber reconstruido nuestras casas y que todo vaya mejor». 

Los trabajadores de atención pastoral siguen en Jaranwala para ofrecer atención, restauración y apoyo. También ayudan a defender a los creyentes ante las autoridades educativas, sanitarias y municipales, abogando por su bienestar, salud y protección, y por la educación de sus niños. 

No hay consuelo o respuestas fáciles para Hadi, Reena y los demás cristianos que lo han perdido todo debido a los ataques en Pakistán. Solo les queda orar, y piden que oremos con ellos: «Orad con nosotros para que estos tiempos difíciles terminen pronto y para que nuestros niños y hermanos puedan volver a sus trabajos y escuelas», comparte un creyente de la zona. «Orad para que el agua vuelva a ser limpia, volvamos a tener electricidad y podamos cerrar con llave nuestras casas y así dormir tranquilos. Orad para que los tiempos mejoren, para que las iglesias vuelvan a tener cruces y estar llenas de canciones, y para que la luz de la esperanza emane de ellas». 

*Nombres cambiados por motivos de seguridad. 

150 €
Podrían proporcionar ayuda médica de emergencia, comida y refugio a cuatro creyentes.
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ORA

Ora por los cristianos desplazados de Jaranwala, para que puedan volver pronto a sus vidas normales estudiando y trabajando.
Ora por la fe de todos los cristianos afectados por los ataques e incendios, para que Dios les acompañe en su dolor y puedan seguir reuniéndose con otros creyentes.
Ora por los colaboradores locales de la zona, para que sepan cómo fortalecer a la Iglesia en Pakistán.

UNA ORACIÓN POR PAKISTÁN
 

Señor, te doy las gracias por haber salvado de los incendios a los creyentes de Jaranwala. Te pido que tú restaures sus corazones y todas sus posesiones materiales. Abre el camino para que puedan seguir desarrollándose personal, profesional y espiritualmente en sus comunidades. Y utiliza a los colaboradores locales para hacerles llegar provisiones y tu amor y consolación. Amén.