Historias 14 agosto 2023

Amor práctico

¿Cómo pueden el dolor y el miedo ser el combustible que impulse a una joven a ser luz en la oscuridad y una extensión de las manos de Dios tendidas para ayudar, curar y apoyar?
 

 

 
Merry tiene 26 años, es ingeniera civil y trabaja para varias organizaciones no gubernamentales. Siempre ha tenido un gran corazón para ayudar a la gente y ha estado participando en la formación en pastoral deportiva desde 2019.
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El pasado mes de octubre, Merry asistió a la formación de la escuela deportiva Ready, Set, Go +, un curso que ofrecemos regularmente para jóvenes servidores de diferentes denominaciones cristianas en ciudades sirias. Este programa se basa en la idea de que el deporte es una actividad muy popular y que, de forma creativa, atrae a niños y adolescentes a la iglesia. Los alumnos aprenden a relacionar las actividades deportivas con la Biblia y a utilizar ese método en sus ministerios.

Merry fue llamada por el equipo organizador para formar parte del personal durante dicha formación y tuvo la responsabilidad de cuidar de los estudiantes. Su hermano era uno de los asistentes. Ella se encargaba de organizar el programa y las comidas del día para los alumnos. A veces enseñaba durante los cursos, explicando cómo relacionar el ministerio deportivo con la Biblia. También enseñaba sobre primeros auxilios en caso de lesiones y cómo trabajar en equipo.

  

«No podía quedarme quieta, tenía que hacer algo». 

«Una vez, estábamos haciendo una actividad de divulgación, saliendo a servir a los niños de un pueblo cercano, y empezó a llover. No estábamos preparados. Encontramos un refugio, pero pasamos frío y hambre. El compañerismo nos lo hizo más fácil, nos ayudamos mutuamente a sentirnos mejor».

El 6 de febrero de 2023, Merry y su familia se despertaron a causa del aterrador terremoto. Todo su edificio temblaba.

«Mi madre tenía un armario donde guardaba sus preciosos vasos y platos, no podíamos tocarlos ni utilizarlos, los vi caer y romperse justo antes de que saliéramos corriendo, gritando y llorando. Bajamos cinco tramos de escaleras, pero parecían cien», cuenta Merry.

Cuando recuerda la experiencia, Merry lleva unos sencillos vaqueros y una camisa rosa bajo su chaqueta negra. Agacha la cabeza durante un segundo, reviviendo la situación. Parece a punto de echarse a llorar cuando se vuelve a levantar y continúa.

Ora con Merry
  • Da gracias a Dios por personas como Merry, que han dado un paso al frente para servir a sus comunidades.

  • Ora para que Dios provea los recursos que necesitan para ayudar y servir con excelencia.

  • Ora para que Dios permita que, a través de la ayuda que se está brindando, muchos conozcan la verdad.

«Las calles estaban llenas de gente abandonada con el pijama mojado; recordé el incidente que tuve durante el entrenamiento deportivo, casi la misma escena, y supe que tenía que estar al lado de mis padres; eran mis compañeros de equipo». Después del amanecer, Merry y su familia subieron a su casa. «Era un caos total, muchos vasos rotos y adornos caídos. Había recuerdos tirados por el suelo».

Una oración por Merry
Señor, te doy gracias por Merry y por jóvenes como ella, que sirven a aquellos que lo necesitan. Te pido que tú le des lo que ella necesita para continuar realizando esta labor, así como para que otros como ella puedan ayudar con excelencia. Oro que, a través de esta ayuda, muchos puedan conocerte. Amén.

Afortunadamente, la casa no sufrió grandes daños, sólo tenía algunas grietas en las paredes. Pero estaban demasiado asustados como para quedarse allí, así que cogieron algunas de sus pertenencias y se fueron a un instituto que la iglesia presbiteriana había abierto como centro de refugiados.

El terremoto hizo que más de 7000 personas de Alepo abandonaran sus hogares y se alojarán en las iglesias y monasterios en los primeros días. Nuestros colaboradores locales fueron los primeros en responder a la situación. No todas las iglesias estaban preparadas para una crisis de este tipo, no contaban con mantas y colchones, ni con calefacción para la gente en los fríos días de febrero.


Desde el primer día, Merry estuvo atendiendo a la gente en el centro presbiteriano. «Sentí que volvía al entrenamiento deportivo y, basándome en esa experiencia, programaba comidas para la gente y ayudaba con la distribución de alimentos y mantas. Se me confió una responsabilidad en el entrenamiento, y continúo teniéndola», dice Merry. «No podía quedarme quieta, tenía que hacer algo».
 
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El sentido de liderazgo y responsabilidad que todos habían aprendido en el mismo entrenamiento deportivo empujó a Merry, su hermano y otros tres jóvenes a crear un equipo de socorro para ayudar a la gente en esta catástrofe. Recibieron ayuda de familiares y amigos que viven en el extranjero y empezaron a comprar alimentos y productos de higiene, envasarlos y distribuir los paquetes entre las personas necesitadas.

«Conocemos los puntos fuertes y débiles de cada uno y nos repartimos las tareas como un equipo de fútbol. Para nosotros ganar era ayudar a la gente y mostrar humanidad, tenemos un mensaje que enviar y ese es el mensaje de amor». Merry añade: «En los doce días posteriores al terremoto pudimos mostrar más amor de lo que pudimos compartir durante los doce años de guerra».

Merry se sentía alejada de Dios antes del terremoto. «A veces damos a Dios por sentado, pero cuando le grité a Dios con todo mi corazón y me salvó a mí y a mi familia, empecé a sentirle cerca de mí otra vez. Oigo las canciones de alabanza con oídos nuevos, entiendo los sermones con una mente nueva y me aferro a sus palabras más que nunca: “Sé fuerte y valiente, no tengas miedo”. Esas palabras me acompañaron durante los días posteriores al terremoto, Dios me protegió a mí y a mi familia». Merry sonríe al continuar: «No tengo ni idea de dónde saqué la fuerza para hacer lo que estoy haciendo, pero sé que Dios estuvo conmigo y sigue estándolo. Mi único deseo es que Dios se declare y se muestre a través de nosotros a la gente y que todos en Alepo y Siria sepan que Cristo es amor y nosotros, como sus hijos, seamos un buen ejemplo de ese amor».

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Merry es una de las personas de Alepo que vivió el terremoto. Tenía que preocuparse por su familia, por su vida, pero decidió cambiar ese dolor y ese miedo por el combustible que la impulsó a ser una luz en la oscuridad y una extensión de las manos de Dios que se extienden para ayudar, sanar y apoyar.