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Noticias 05 diciembre 2025

Fe y miedo en Siria un año después de la caída del régimen

Así han vivido los cristianos sirios el primer año tras la extensa guerra civil que culminó en el fin de la dinastía al-Assad el 8 de diciembre de 2024

 

 

Tras catorce años de brutal guerra civil en Siria (país 18 en la Lista Mundial de la Persecución 2025), el régimen y sus oponentes vieron cómo su conflicto terminaba abruptamente el 8 de diciembre de 2024. Los sirios salieron inmediatamente a las calles para celebrarlo, expresando en las redes sociales su alivio por el fin del legado de décadas de la familia al-Assad. Los cristianos estaban felices, pero también temerosos. La pregunta era: ¿cómo será la nueva Siria para ellos?  

El legado de Assad se caracterizó por una represión generalizada y atrocidades cometidas contra la población civil, lo que provocó una profunda crisis humanitaria y la destrucción parcial del país tras todos esos años de guerra. 

La nueva autoridad, Hayaat Tahrir al-Sham (HTS), declaró el establecimiento de un gobierno de transición. En enero, el nombramiento de su líder, Ahmed al-Sharaa, como presidente interino formalizó el nuevo panorama político. 

Un año después de la caída del régimen, el panorama sirio se ha transformado drásticamente. Por un lado, hay cambios positivos: el servicio eléctrico ha mejorado en todo el país, los mercados están abiertos y los ciudadanos tienen nuevas oportunidades para empezar a trabajar, además de una mayor libertad para expresar opiniones sin temor a ser perseguido. Así, Siria ha comenzado a reanudar sus relaciones con la comunidad internacional. 

Sin embargo, este panorama esperanzador se ve profundamente ensombrecido, ya que desde principios de año el país se ha visto afectado por una crisis de liquidez. Los bancos siguen sin poder dar a los ciudadanos acceso a su propio dinero o a sus salarios, limitando las retiradas a unos apenas sostenibles 20 dólares semanales. Muchas personas que trabajaban para el Gobierno o en el ejército se encuentran ahora sin empleo, lo que arrastra a sus familias a la pobreza. Además, hay una falta de seguridad; la gente se venga, los delincuentes roban y matan, debido a la falta de fuerzas de seguridad y a los constantes cambios en las normas, sin claridad alguna. 

A esa inestabilidad se suman dos importantes incidentes violentos. En marzo de 2025, se informó de una terrible masacre contra el pueblo alauita en las zonas costeras, que causó la muerte de más de 1000 personas, según la Red Siria de Derechos Humanos, mientras que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos afirma que murieron más de 2100. Entre los que perdieron la vida se encontraban cinco cristianos; por lo que sabemos, no por su fe cristiana. 

En abril y mayo, y más tarde en julio de 2025, estallaron nuevos conflictos en la provincia de Suweyda, en el sur de Siria, de mayoría drusa, que consistieron principalmente en enfrentamientos entre tribus beduinas, grupos drusos locales y las fuerzas del Gobierno de transición. Esta violencia provocó la muerte de unas 1000 personas, entre ellas 539 civiles drusos. 

En medio de todo esto, la pregunta sigue siendo: ¿cuál es la posición de la comunidad ante el cristianismo? 

«No veo ningún cambio positivo porque no me siento segura; todas las personas a mi alrededor quieren marcharse»

Nariman, trabajadora de una iglesia en el Valle Cristiano
    

La persecución subyacente

El origen suní del nuevo poder islámico ha causado una profunda inquietud entre la población cristiana. La influencia del islam controla ahora las instalaciones estatales y gubernamentales; «en todas partes, un jeque parece estar tomando decisiones clave, tanto en el Gobierno como en los puestos de control», afirmaron varios líderes de iglesias. 

También en las calles se pueden ver cambios, ya que los antiguos rebeldes, que antes de la caída del régimen de Assad solo controlaban Idlib y sus alrededores, ahora se han extendido por todo el país. Esos hombres, a menudo barbudos, y esas mujeres veladas se ven por todas partes en las calles. 

A lo largo del año, la vida cotidiana se volvió más difícil para los cristianos debido a diferentes formas de persecución. 

Lo más impactante fue el atentado con bomba contra la iglesia de San Elías en Dweila, Damasco, el 22 de junio, en el que murieron 25 personas (22 de ellas cristianas) y resultaron heridas unas 60. Este atentado terrorista supuso un profundo impacto en la comunidad cristiana del país. Durante una semana, las iglesias de toda Siria estuvieron casi vacías y se pospusieron todas las actividades. «Los jóvenes se sintieron frustrados, creyendo que el momento de cambiar la mentalidad de las personas que les rodeaban había pasado trágicamente», dijo con tristeza el obispo Tobji, de Alepo. «Invitamos a 150 jóvenes a asistir a una sesión de diálogo sobre los ciudadanos y la nueva Siria, pero solo acudieron cuatro». 

En comparación con el pasado, los niños de las escuelas públicas escuchan con más frecuencia palabras ofensivas de sus compañeros. «Es tan difícil el día a día que algunas familias de nuestra congregación han dejado de enviar a sus hijos a la escuela porque sufren abusos verbales por ser cristianos», comparte el padre Yohana, sacerdote de la Iglesia Ortodoxa Siria en Homs. En consecuencia, algunas familias han decidido asumir la carga del transporte y enviar a sus hijos a estudiar a pueblos de la zona rural, predominantemente cristianos, en lugar de dejarlos en la ciudad. «Lo que es aún más triste es que la Iglesia se siente impotente para cambiar esta realidad», añade. 

Las escuelas públicas no tienen profesores para las clases de religión cristiana, como sí los tienen los alumnos musulmanes para sus clases de islam. A menudo, los niños cristianos son apartados en otra clase durante esas horas y no tienen nada que hacer. Hanan, madre de cinco hijos en Damasco, habla de la desesperación por preservar la fe y la identidad de sus hijos. «Quiero enviar a mis hijos a aprender sobre Jesús; quiero que aprendan sobre el cristianismo en su escuela». 

Las mujeres sufren insultos en la calle, siendo llamadas «sin valor» o «infieles». «Vivo con miedo por mi familia. A lo largo del año, mis hijos han visto a mucha gente diferente con barba y armas, llamando infiel a su madre. Ahora tienen miedo de salir a la calle o ir a la iglesia solos», expresa Wael, angustiado. Él es un trabajador de una de las iglesias de Homs. 

Incluso los líderes más conocidos de las iglesias sufren abusos. «La semana pasada, unos tipos me escupieron de repente cuando iba por la calle. No eran de la zona. Me limité a alejarme sin responder, porque no es así como actuamos los cristianos», relata con tristeza el padre Isaac, de Homs. 

Los cristianos que regentan pequeños negocios, especialmente los que tienen tiendas en zonas musulmanas, han visto cómo disminuía el número de clientes, ya que los no cristianos han dejado de comprarles. «Cuando todo iba mejor, estos dueños de locales apoyaban a la Iglesia; ahora, son ellos los que necesitan el apoyo de la Iglesia», comenta Wael, de Homs. 

Además, recientemente se han escrito amenazas en las paredes de las iglesias y en las zonas cristianas, amenazando con matar a los cristianos. 

Envueltos en un conflicto que no es el suyo

En la región de mayoría drusa alrededor de Suweyda, al sur de Damasco, más de la mitad de los cristianos se han visto obligados a desplazarse, huyendo de la falta de seguridad. Durante el conflicto de este verano pasado, muchos cristianos se refugiaron en la iglesia, ya que no era seguro permanecer en sus casas. «No sé cómo voy a poder empezar de nuevo. He perdido toda mi vida, mi trabajo, mi casa y mi seguridad. Nadie puede devolverme mi vida», dice Fadi, un hombre de 52 años de Suwayda. Su barbería y su casa fueron incendiadas por un grupo desconocido, y ahora vive en una casa alquilada en Damasco. 

«Después de la guerra, trabajamos para restaurar la iglesia, y ahora la veo vaciándose de nuevo; eso sí, seguimos celebrando nuestros servicios religiosos. La Iglesia nunca se rinde», dice el pastor de la Iglesia Evangélica de Kharaba, un pueblo de la provincia de Suwayda. 

El norte de Siria sigue bajo control kurdo. Este curso escolar, las autoridades kurdas impusieron el uso del plan de estudios en lengua kurda en todas las escuelas. Esto provocó el cierre de 14 escuelas cristianas que impartían clases en árabe. Tras largas negociaciones, las autoridades finalmente permitieron a las iglesias abrir sus escuelas e impartir el plan de estudios sirio. Los niños se retrasaron más de un mes desde el inicio del curso escolar. «La fe de nuestros hijos y su confianza en la iglesia les hace ser pacientes y aferrarse a la tierra», afirma el obispo Morris, cristiano sirio ortodoxo de Al-Jazeera.

«Todas las personas a mi alrededor quieren marcharse»

Todo esto hace que muchos cristianos busquen un lugar seguro fuera de Siria. «No veo ningún cambio positivo porque no me siento segura; todas las personas a mi alrededor quieren marcharse», afirma Nariman, trabajadora de una iglesia en el Valle Cristiano. 

A pesar del clima de miedo, la Iglesia está siendo testigo de un avance muy positivo. «Muchos musulmanes, que no son de aquí, vinieron a la iglesia y preguntaron por ella y por lo que hacemos, algunos incluso encendieron una vela. Tenemos una gran oportunidad para mostrar a la gente quiénes son los verdaderos cristianos», afirma el obispo Tobji en Alepo. 

El número de personas que se convierten al cristianismo está aumentando. Entre ellas, se encuentran algunos conversos que han regresado a Siria desde campos de otros países, tras haberse convertido al cristianismo durante su desplazamiento. 

«Después de toda la violencia que ha habido en el país, algunos no cristianos están ahora más abiertos a escuchar hablar de Jesús, porque ven que el cristianismo trae paz, y esperamos que Dios toque sus corazones», dice Razzok, pastor de la iglesia Alianza en Homs. Esta tendencia también se observa entre los kurdos y los drusos de Siria. En medio de todos los cambios y la incertidumbre, los cristianos encuentran seguridad en la iglesia.  

«Todo esto nunca impidió que la Iglesia continuara con su misión. Más bien, fue un nuevo comienzo con mayor fe y valentía», comenta el pastor Abdulla, de la iglesia Alianza en Alepo. 

El padre Issac, en Homs, dice más o menos lo mismo: «La gente se ha vuelto más apegada a la fe, y eso es algo estupendo; porque no importa lo que hayan enfrentado, su fe no se debilitará». 

El futuro de la comunidad cristiana en la Siria posterior al régimen sigue siendo un equilibrio precario entre una fe profundamente arraigada y un miedo paralizante ante la inestabilidad. «Tengo fe en que esta oscuridad precede a una intervención divina, que permitirá a la Iglesia en Siria no solo sobrevivir, sino mantenerse firme, inquebrantable y sólida en su hogar ancestral», dice el pastor Abdalla, de la iglesia Alianza en Alepo. 

Los colaboradores locales de Puertas Abiertas sigues uniendo fuerzas con la iglesia local. 

65 €
Podrían proporcionar apoyo y atención postraumática a un creyente que ha sufrido por el extremismo.

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ORA

Ora para que Dios dé a los cristianos de Siria la fuerza para afrontar todas las dificultades por las que han pasado y siguen pasando.
Ora para que Dios toque los corazones de aquellos que quieren hacer daño a los cristianos y elimine de sus corazones el espíritu de venganza y odio, llenándolos en su lugar con el espíritu del amor.
Ora por la labor de nuestros colaboradores locales en Siria.

UNA ORACIÓN POR SIRIA
 

Señor, en este aniversario de la caída del anterior régimen te presento a mis hermanos cristianos en Siria. Te ruego que les des la fuerza necesaria para afrontar cada dificultad y seguir firmes en su fe, confiando en que Tú sostienes sus vidas. Te pido que toques los corazones de quienes desean hacerles daño, que arranques de ellos el odio y la venganza, y los llenes con Tu amor y Tu perdón. Bendice a los colaboradores locales que sirven en medio del dolor; dales sabiduría, protección y alegría para continuar siendo instrumentos de esperanza en Tu nombre. Y por favor, restaura este precioso país con auténtica libertad y puro amor. En el nombre de Jesús, amén.

 

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