Historias 22 enero 2024

Una fama peligrosa

Saleh no deja de recibir amenazas por llevar ayuda y hablar de Jesús en Yemen, el país más peligroso de Oriente Medio para los cristianos

 

 
En la Lista Mundial de la Persecución 2024 se presenta la historia de Saleh*, un cristiano yemení que ha iniciado una red de iglesias en casas en Yemen, arriesgando todo por compartir sobre Jesús y por ayudar en el fortalecimiento de la Iglesia local. Esta historia enseña una inspiradora perspectiva sobre lo que Dios está haciendo, incluso en los lugares más oscuros donde la persecución hacia los cristianos es más extrema.
 
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A veces, las amenazas de muerte llegaban en forma de mensaje de texto. 

Otras, como una llamada telefónica. 

Pero el mensaje era siempre el mismo: 

«Te estamos buscando y pronto te encontraremos. 

Estás muerto. 

Tus días están contados. 

Sabemos lo que estás haciendo; déjalo antes de que sea demasiado tarde».

Saleh* estaba acostumbrado a vivir bajo un riesgo constante de muerte por su fe. Debido a su obra cristiana, su nombre aparece en la lista de los más buscados por los extremistas en Yemen. De hecho, las autoridades daban una recompensa a quien le entregara. Ser perseguido no era nada nuevo. 

  

«¿Qué clase de cristianos seríamos si no arriesgáramos nuestra vida para que otros conocieran la Vida?»  

«Las autoridades tienen mi foto y mis datos», reconoce Saleh. «Evito salir mucho y estar por las calles durante la noche. Intento ser lo más prudente posible, sobre todo cuando viajo para trabajar en la obra cristiana». 

Pero, esta vez, las amenazas fueron diferentes. Saleh sabía que corría verdadero peligro y por eso se vio obligado a permanecer escondido durante dos meses. Su familia le rogaba que abandonara el país. Los gobernantes favorecen a estas bandas y, como resultado, tenían detenidos a sus amigos, quienes tenían la información de contacto de Saleh. 

Llegados a este punto, ¿qué podía hacer? 

Una sorpresa y un sueño 

Saleh no siempre ha estado en la lista de los más buscados de Yemen. Ni siquiera nació en una familia cristiana. Sus padres no eran muy religiosos ni estrictos, y su infancia transcurrió en un hogar esencialmente laico. El interés de Saleh por el cristianismo comenzó cuando empezó sus estudios en una ciudad lejos de la suya. Sin embargo, no dijo nada a su familia, ya que temía la reacción si se enteraban.

Pero cuando se armó de valor para hablar con su padre de su interés por el cristianismo, descubrió que él ya era seguidor de Cristo, ¡y estaba dispuesto a ayudarle a resolver todas sus dudas! Este hombre había ocultado su fe a su propio hijo, una práctica habitual en esta región de Oriente Medio, donde los padres corren peligro si sus hijos son descubiertos siguiendo cualquier otra fe ajena al islam, la religión apoyada por el gobierno de Yemen. 

Ese mismo año, Saleh también aceptó a Jesús como su Salvador y decidió seguirle. 

En su adolescencia, solía tener un sueño recurrente en el que cantaba en un escenario y la gente aplaudía. No entendió el sueño hasta que se hizo cristiano. Cuando Saleh empezó a asistir a las reuniones en la iglesia, descubrió que su padre era compositor de canciones de alabanza. Ahora que ambos eran creyentes de manera más pública, Saleh y su padre decidieron grabar un CD juntos. El álbum contenía 13 temas escritos por su padre y cantados por él. 

Entonces, se dio cuenta de que ese era el significado de su sueño: ¡descubrir el propósito de su talento con la voz para dedicarlo a Jesús! Y así comenzó su vocación como líder de una iglesia en Yemen. 

Ora con Saleh
  • Ora por esperanza y fortaleza para la Iglesia en Yemen.
     
  • Pide por la protección de Dios sobre Saleh y otros líderes cristianos yemeníes, para que tengan sabiduría en su ministerio.  
     
  • Ora para que nuestros hermanos allí sientan el apoyo de la Iglesia mundial y el Espíritu Santo, y así puedan compartir con valentía el mensaje de salvación de Jesús.

Los «locos» de Yemen

Saleh y su compañero de ministerio, Fawzi, eran conocidos como «los locos» en su ciudad natal. Hablaban sobre Jesús sin miedo delante de las mezquitas, una actividad muy peligrosa en Yemen. Con el tiempo, se aventuraron a compartir este mensaje de esperanza y amor fuera de su ciudad natal, visitando varios lugares del país para explicar la vida de Jesús y su salvación. 

Pero la persecución por este tipo de cosas es inevitable en un país como Yemen. Al principio, la presión comenzó en su propia ciudad. Saleh y Fawzi fueron interrogados y acusados de apostasía, un cargo que puede acarrear la pena de muerte en Yemen. 

Sin embargo, Saleh fue protegido por su familia y su tribu. En Yemen, la lealtad al linaje tribal a veces importa más que cualquier otra cosa; es uno de los apartados más importantes en la cultura yemení. Aunque muchas personas de su grupo tribal rechazaban las actividades de Saleh y sus compañeros cristianos, no querían enfrentarse a ellos directamente. Por eso, les ayudaron en sus situaciones más difíciles. 

En sus viajes por el país, Saleh y Fawzi vivieron algunas experiencias con personas realmente sorprendentes. «Al ser nuevos creyentes y futuros líderes, tuvimos la oportunidad de asistir a cursos de formación y talleres fuera de Yemen», algunos dirigidos por colaboradores de Puertas Abiertas. «La formación tenía el objetivo de equiparnos con las herramientas necesarias para nuestro ministerio y ayudarnos a profundizar en el conocimiento de las Escrituras», recuerda Saleh. 

De repente, un día en el aeropuerto, fue detenido mientras este cristiano se preparaba para viajar a uno de estos seminarios de formación. «Una oleada de confusión e incredulidad se apoderó de mí mientras me llevaban a una sala oscura para interrogarme».

Una oración por Saleh
Señor, gracias por haber protegido a Saleh y a su hermano, aunque sea en la clandestinidad. Gracias por utilizar incluso algo tan terrible como una detención para transformar las vidas de las personas. Haz tu obra en Yemen, Padre, aunque tenga tantos obstáculos. Fortalece a tu Iglesia allí y protege a todos los líderes y voluntarios, para que sepan cómo servirte y cuándo esconderse. Sigue utilizando a Saleh en sus encuentros con estos pastores y creyentes, y abre puertas para que pueda seguir llegando esta ayuda médica y alimentaria a través de los colaboradores de Puertas Abiertas. Amén.

«Los agentes de seguridad se mostraron implacables y buscaban respuestas a preguntas muy concretas. ¿Por qué intentaba salir del país? ¿Qué secretos guardaba? ¿Tenía alguna relación con Occidente? Sin embargo, para mi sorpresa, en lugar de detenerme, estos guardias me hicieron una propuesta: querían que me uniera a ellos. Creían que yo podría ser un activo valioso». 

Saleh se negó. Se disculpó y rechazó esta oferta de trabajo: «No soy más que un humilde granjero. Mi corazón anhela una vida sencilla; no tengo nada que ver con el mundo militar y de la lucha. Esto no es para mí», alegó. 

Después de aquel incidente, Saleh se tuvo que quedar sin moverse en Yemen y siguió asistiendo a cursos de formación y reuniones de discipulado online. «Doy gracias a Dios por las reuniones a través de Internet, ya que a veces eran la única opción que tenía de formarme y equiparme», agradece. En aquel momento, tal y como vieron nuestros colaboradores, su deseo era servir para un propósito superior, responder a un llamado divino. 

La persona que conoce a Jesús 

Cuando llegó el momento de huir de Yemen, fue a causa de la guerra, no de la persecución. Saleh se frota las manos despacio, ensimismado, mientras recuerda los primeros días de la guerra civil yemení. «Cuando un misil alcanzó la casa de nuestros vecinos, la fuerza del impacto hizo que se rompieran todas nuestras ventanas. Pero, milagrosamente, nadie resultó herido. Unos días después, otro misil alcanzó el depósito de agua del tejado y, sorprendentemente, sobrevivimos. Pero esta vez decidimos que era el momento de marcharnos y mudarnos a otra ciudad», 

Finalmente, se embarcó junto a su familia hacia un país vecino. Una vez allí, Saleh se alojó en un campamento con otros muchos refugiados yemeníes donde habló abiertamente de Jesús. A través de sus palabras, muchas personas se acercaron a Dios

«Empezaron a conocerme como la persona que conoce a Jesús», recuerda Saleh. «La gente quería hablar, escuchar y debatir conmigo. Charlábamos durante horas. Hubo conversaciones muy profundas y muchas personas llegaron a reconocer a Cristo como su Salvador. Al final, animé a los nuevos creyentes a volver a Yemen y servir allí al Señor». 

Yemen siempre estuvo en el corazón y en la mente de Saleh. Él amaba su tierra natal, que ahora era conocida en todo el mundo como un lugar de profunda tristeza y desesperación. Por ello, empezó a preguntarle a Dios qué podía hacer para que Jesús estuviera presente en Yemen. 

Saleh decidió crear una red de iglesias en este país oriental. Sintió que era el momento de crear una comunidad de gente a la que él pudiera acompañar como pastor, algo de lo que carecen la mayoría de los cristianos de Yemen. El 70% de los creyentes yemeníes no se reúnen (o no pueden hacerlo) con regularidad, ya sea por motivos de seguridad o porque no conocen a otros cristianos. Las iglesias en casas son la única manera de tener esta unión fraternal. 

En un país asolado por la guerra y el extremismo, esta decisión no es igual de sencilla que en otros lugares. Fundar una iglesia en un sitio así significa motivar a la gente para que se reúna, encontrar un lugar seguro, ayudar a los demás a superar su miedo a reunirse con otros y fomentar la confianza entre los miembros. Significa ayudar a los creyentes a descubrir el valor y el gozo de trae esta comunión basada en ser un solo cuerpo de Cristo. 

Este grupo de creyentes liderado por Saleh fundó una iglesia en una zona «más segura» de Yemen donde «los líderes podían reunirse, estudiar la Biblia, orar, recibir ánimo, formarse y emprender proyectos», explica. Él sabía perfectamente que cualquier tipo de trabajo para Jesús en Yemen conllevaba un riesgo; pero, aún así, continúa diciendo que merece la pena. 

«Si nos quedáramos en casa sin hacer nada, estaríamos a salvo», asegura Saleh. «Pero, ¿qué clase de cristianos seríamos si no arriesgáramos nuestra vida para que otros conozcan la Vida?». 

Saleh empezó a viajar de su casa a Yemen con frecuencia para establecer y fortalecer la iglesia en su país de origen. De esta forma, pudo poner en práctica su obra cristiana. 

Y es por estos avances que llegó al punto de tener que vivir escondido en Yemen, recibiendo amenazas de muerte en el teléfono.

Escondido en Yemen 

El hermano de Saleh, Issam, y Mussa (a quien Saleh considera su «hijo espiritual» por llevarle a Jesús cuando huyó de Yemen) sirvieron con él en su iglesia en casa. 

En 2022, un nuevo grupo de creyentes yemeníes pidió ser bautizado. Issam y Mussa decidieron ir a visitar, discipular y luego bautizar a estos nuevos cristianos. Sin embargo, Saleh tenía sus dudas sobre este viaje. 

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A pesar de sus recelos, no impidió que Mussa e Issam siguieran la llamada de Dios para difundir su palabra por todo el país. Debido a la notoriedad de Saleh entre las autoridades yemeníes, tanto Issam como Mussa prefirieron ir solos. «Estuve en contacto constante con ellos durante todo el viaje. En realidad quería unirme a ellos, pero no me dejaron. Me dijeron que les supondría más un peligro que una ayuda». 

Cuando Issam y Mussa se aventuraron a ayudar a sus nuevos hermanos en la fe, les esperaba una triste sorpresa. «No fue hasta el último día de formación cuando decidieron ir a una ciudad costera cercana para un bautismo», recuerda con tristeza Saleh. «Me enviaron un mensaje diciéndome que habían subido al autobús y estaban de camino. Después de ese mensaje, no volví a tener noticias de ellos». 

Saleh intuyó que había ocurrido algo malo. Incluso ahora, al conceder esta entrevista más de un año después, se le llenan los ojos de lágrimas al recordar aquel día. Apenas puede continuar sus frases y baja la mirada. «Me sentí culpable», confiesa. «Fui yo quien les animó a irse. ¿Por qué les dejé ir?». 

La policía subió al autobús en el que viajaban y detuvo a Issam y Mussa. Les quitaron los teléfonos móviles y los carnés de identidad, les vendaron los ojos y los llevaron a prisión. No pudieron ponerse en contacto con nadie. 

«Después de que Mussa e Issam dejaran de responder a mis mensajes y llamadas, avisé a mi padre y a mi hermana, y juntos iniciamos una búsqueda. Cada uno de nosotros se puso en contacto con varias personas con la esperanza de encontrar algo relacionado con ellos y averiguar su paradero». 

La familia acabó descubriendo que Issam y Mussa habían sido detenidos por apostasía y por sus actividades cristianas. Las autoridades locales intentaron mantener la detención en secreto planeando deshacerse de ellos sin montar un escándalo. Cuando Saleh se enteró de la detención, toda su familia y varios creyentes de la zona comenzaron a ayunar y a orar por su regreso a casa. 

Para los cristianos de Yemen que se han convertido del islam, este tipo de incidentes son habituales. Son detenidos, interrogados, amenazados, encarcelados e incluso asesinados por practicar su fe cristiana. E incluso reciben peores castigos si, como en este caso, se trata de hablar de Jesús y bautizar a otros en su nombre. Por eso, aunque la detención de Issam y Mussa no fue una sorpresa, hizo que los creyentes se pusieran a orar con fervor. Es lo que hacen cuando la situación es desesperada. Anhelaban la liberación de sus hermanos que habían sido tan valientes en medio de la presión. 

En búsqueda y captura 

«En esos momentos oscuros, sentí la presencia de Dios a través de los mensajes de hermanos de la Iglesia mundial»

Cuando un hombre de la iglesia se enteró de la noticia, acudió a Saleh y le preguntó si podía ser encarcelado en lugar de Issam o Mussa. «El hombre quería que salieran de la cárcel para que pudieran continuar con su ministerio», recuerda con asombro Saleh. «Se ofreció voluntario para ser encarcelado en lugar de ellos. Esta petición fue muy impactante y a la vez de mucho ánimo para mí. Me demostró lo unidos que estamos en Cristo y cómo nos conecta su amor». 

Como las autoridades tenían los teléfonos móviles de Issam y Mussa, recabaron información de nombres y números de muchos otros creyentes. A Saleh le preocupaba que, además de a él mismo, también pudieran capturar a otros y llevárselos para ser interrogados. Por ello, su familia le aconsejó abandonar Yemen. Todos sabían que era peligroso que se quedara. 

Saleh y otros miembros de la iglesia descubrieron que sus nombres se habían distribuido por todo el país y que era muy probable que los detuvieran en un puesto de control. Esto supuso un duro golpe para su ánimo. «Luchaba con mis propios pensamientos», explica apesadumbrado. «¿Qué hago? Si huyo, ¿qué clase de ejemplo estaré dando a la iglesia? Mi familia quería que abandonara Yemen. Sin embargo, no podía dejar la iglesia y marcharme, sobre todo en medio de una situación así. Actuaba como si no tuviera miedo, pero en el fondo sí que lo tenía. Animaba a los cristianos a ser fuertes y valientes, recordándoles que sabíamos que esto nos podría pasar una vez que eligiéramos seguir a Jesús. Era nuestro momento de ser buenos testigos». 

Durante dos meses, Saleh se escondió en un piso franco en Yemen. Su hermano y Mussa estaban en la cárcel y él hacía todo lo posible por sacarlos, ya que realmente no habían hecho nada malo. «Fueron días muy difíciles para mí», recuerda. «Lloraba en mi habitación durante horas. Había días en los que me sentía esperanzado y fuerte, y otros en los que me sentía débil, culpable y deprimido. Durante esos oscuros momentos, sentí la presencia de Dios conmigo. En esos momentos difíciles, recibía llamadas de personas que oraban por mí, o recibía mensajes de texto de hermanos de la Iglesia mundial animándome porque estaban intercediendo con nosotros y por nosotros». 

Dios utilizó a su Iglesia para llevar luz a los momentos oscuros de Saleh*. Esta montaña rusa de días buenos y malos hizo madurar su relación con Jesús. Después de aproximadamente ocho semanas, Dios respondió a sus oraciones cuando Issam y Mussa fueron milagrosamente liberados de la cárcel. 

«Dios hizo un milagro», asegura Saleh. «Cambió el corazón de una persona influyente que al principio quería que Issam y Mussa murieran. Este hombre acabó ayudándoles a salir de la cárcel. Fue después de que los liberaran cuando me di cuenta de por qué Dios permitió que ocurriera todo esto». Issam y Mussa habían continuado hablando de Jesús dentro de la cárcel y varios prisioneros entregaron su vida a Dios gracias a sus palabras. «Experimenté personalmente cómo Dios transforma las malas situaciones en buenas, según su perfecta voluntad. Espero que haya cristianos en todos los rincones de Yemen». 

Finalmente, el peligro pasó, y Saleh pudo regresar a su hogar fuera de Yemen. Pero incluso ahora, sigue viajando allí y a otros países donde residen los cristianos exiliados. Viaja para formarles, enseñarles, animarles, escucharles, ayudarles y pastorearles. «La Iglesia de Yemen vive en condiciones muy duras, pero no por ello deja de crecer». Saleh sabe lo peligroso que es volver a Yemen, pero ve lo que Dios está haciendo en su país y no puede parar. 

Incluso ve la guerra como otra forma en que Dios puede redimir malas situaciones. «Los extremistas facilitan nuestra obra», asegura. «Gracias a ellos, la gente rechaza y se horroriza de lo que se hace en nombre de la religión. Empiezan a buscar la verdad y nosotros estamos ahí para contársela. Estamos ahí para mostrarles el amor y la misericordia de Dios. Hemos sido testigos de una oleada de personas que empiezan a seguir a Jesús desde 2014 (el comienzo de la guerra civil yemení). Por supuesto, no queremos guerra ni violencia, pero la Iglesia ha aprendido a ser utilizada a Dios en medio del sufrimiento. Hemos comprobado cómo podemos llevar nuestras preocupaciones a Dios y Él siempre provee». 

La visión de Saleh va más allá de su propia red de iglesias. «Espero que pronto haya cristianos en todos los rincones del país, que los creyentes de cada pueblo y ciudad puedan tener la libertad de vivir y compartir su fe», asegura con ambición. «Mi sueño va más allá de las fronteras de Yemen; oro para que la Iglesia se extienda desde Yemen al extranjero, a partes de África y al resto de la Península Arábiga donde los cristianos no tienen esta libertad».

Saleh trabaja actualmente ayudando a unas 70 familias en Yemen. Con la ayuda de los colaboradores de Puertas Abiertas, facilita espacios de reunión para los cristianos, proporciona ayuda médica y de transporte, reparte paquetes de comida, organiza bautismos, forma a líderes y ayuda a organizar cursos de recuperación postraumática, preparación para la persecución y discipulado. 

«Estamos muy agradecidos por vuestro apoyo», dice dirigiéndose a los que apoyan el ministerio de Puertas Abiertas. «Sin los recursos que nos facilitan, no podríamos crecer y servir a la Iglesia en Yemen. Vuestras oraciones son importantes y edificantes para nosotros, nos dan fuerza y ánimo para seguir adelante». 

El riesgo continuo no va a impedir a Saleh seguir el ejemplo de Jesús. Ya sea que se enfrente a una guerra peligrosa, a interrogatorios en el aeropuerto o a amenazas de muerte en sus teléfonos móviles, Saleh continuará siguiendo el camino de Dios. «Me suelen apodar el loco, porque los cristianos yemeníes saben las cosas que me pasan y que recibo constantemente amenazas».  

«Todos estos incidentes renuevan mi determinación y mi ánimo para hablar sobre el mensaje de amor de Jesús en Yemen. Necesitamos cristianos valientes que no tengan miedo de proclamar el mensaje de Dios en este país». 

Los colaboradores de Puertas Abiertas ayudan a los cristianos en Yemen a través de campañas de oración, ayuda alimentaria y médica, ayuda para el alquiler de casas e iglesias, discipulado y formación de líderes, y mucho más. Tu apoyo hoy puede ayudar a cristianos como Saleh a continuar su trabajo para fortalecer y hacer crecer la Iglesia en Yemen. 

Una guerra interminable 

La guerra en Yemen es complicada y tiene muchas aristas. Comenzó cuando un grupo de rebeldes llamado los Houthis declararon la guerra al gobierno que dirigía Yemen en 2014. Este conflicto armado empeoró cuando Irán se lanzó a apoyar a los Houthis, ya que tanto este grupo rebelde como los dirigentes iraníes son musulmanes chiíes. Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos empezaron también a armar y apoyar al gobierno; tanto ellos como el gobierno yemení son musulmanes suníes. 

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El conflicto resultante ha sembrado el caos en Yemen y el país está dividido en varias zonas controladas por las partes enfrentadas. Los grupos extremistas se han aprovechado de la inestabilidad, entre ellos Al Qaeda, que ahora tiene el control sobre algunas zonas de Yemen. Esta realidad ha supuesto un peligro cada vez mayor para los cristianos, sobre todo para los que viven en zonas dominadas por grupos extremistas. 

Al mismo tiempo, la guerra ha traído una crisis humanitaria para los ciudadanos yemeníes. Los bienes básicos como alimentos y medicinas son cada vez más inasequibles y el Programa Mundial de Alimentos de la ONU estima que más de la mitad de la población del país sufre insuficiencia alimentaria. Esto también ha afectado a la Iglesia, pues no solo buscan aumentar su bienestar espiritual, sino también el físico.

La guerra parece estar entrando en una nueva fase, ya que Arabia Saudí e Irán han normalizado sus relaciones diplomáticas, y este primero está dando señales de que podría retirarse de Yemen. Pero esto podría conducir a una mayor inestabilidad en el país, ya que la marcha de apoyos podría crear un vacío de poder que proporcionaría vía libre para un mayor control extremista. 

Independientemente de lo que haya ocurrido o vaya a ocurrir, debemos acompañar a nuestros hermanos de Yemen en oración. Pide a Dios que traiga paz y seguridad, y que transforme en bien lo que los seres humanos han hecho mal. Y, sobre todo, pide que fortalezca a su Iglesia y haga realidad la visión de Saleh de «cristianos en cada rincón del país». 

*Nombre ficticio e imagen representativa utilizados por motivos de seguridad.